martes, 9 de enero de 2018

El mito del amor romántico

Hoy quiero hablar del mito del amor romántico.
Ese amor en el que creí durante años, el que me decía que el amor es para siempre, que hay que dar todo por tu pareja.

Es el amor de... Te quiero para mí, te quiero hasta el fin de mis días, eres todo en mi vida, o la frase cruda si no eres mi@ no serás de nadie.

Y esta que escribe, también poeta romántica, pensó así y ahora sabe que está equivocada.
Porque querer a alguien es sinónimo de poseer a esa persona, y la posesión no hace feliz a ninguna de las partes.
Ser TODO en la vida de alguien, es poco menos que pensar que sin esa persona no eres nada, ni nadie....

Y yo viví absorbida por ese amor durante años, 12, exactamente. ¿Pero acaso fuimos felices? Quizás si, pero ahora entendí que hay que dejar espacio en una relación para estar con amistades, que no se puede controlar cada minuto lo que hace la otra persona y desde luego que es amor no es para siempre.

Más de una vez me pregunté qué haría yo sin mi media naranja.
Y ahora me respondo. ¡La de cosas que podría haber hecho si me hubiera centrado un poco en mí!

No esperes flores siempre, ni una carta de amor.... Porque las flores se marchitan y las palabras a veces vuelan.
Tengo un amigo que dice: "regué mucho a la mejor flor del jardín, y descuidé a las demás".
Esa flor a veces decide crecer en otros jardines, y el jardinero que la cuidó, se queda sin ella. Pero es entonces cuando las otras flores nos muestran paisajes que merece la pena conocer.
Es decir: Esas amistades, esas cosas que forman el mundo y que son maravillosas, nos abren un abanico de opciones.

Pero amor romántico es el que nos hace ir juntos a todas partes, incluso a veces sentir celos porque esa persona que pensamos nuestra, tiene una reunión, y dudamos de si es cierto lo que nos dice.
Los celos son enfermizos.
El amor romántico engancha más que el tabaco. Cuando el amor romántico se rompe nos venimos abajo, y eso no es amor....  La vida sigue, busca en tu mundo.

No pertenecemos a nadie. El amor romántico a veces controla, agota, hace llorar, y coarta libertades.
No es pues amor, sino dependencia.





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